Saludos razurinos

Agradezco a Javier Luna por la invitación a este blog dedicado al Colegio Andrés Razuri, ubicado en el distrito de Barranco, en Lima, Perú.
La escuela es el segundo espacio de socialización después de la familia, por eso creo que este espacio de reencuentros, relatos, invitaciones y comentarios tiene el anhelo y la motivación espontánea de recordar esos tiempos de vida y formación por los que todos hemos pasado.
El Razuri nos ha dejado a cada uno de nosotros un recuerdo.
Gracias a esos recuerdos nos reunimos virtualmente aquí para recrear y manifestar un momento feliz, triste, especial, humanamente sentimental; nos recuerda el proceso que hay que vivir para pasar a una nueva etapa de la vida.
A mí el Razuri me dejó la novedad por ir a los centros históricos, pues cuando chico participé de muchos paseos por el Barranco tradicional. O ir a hacer atletismo y jugar fulbito al estadio Galvez Chipoco. Bajar y subir las escaleras de gradas de cemento del malecón de Barranco frente al Océano Pacífico fue descubrir el ancho mar.
Otra reminiscencia es la música de la banda que tocaba "Ayacucho". Y que interpretaba también con tarolas, napoleones y "ángeles" esas cornetas larguiluchas, las letras de nuestro himno que cantábamos religiosamente, los lunes y viernes, antes de entrar al salón de clases; y que decía más o menos así: "adelante razurinos a luchar por un ideal y escribamos con temple la historia para conquistar la gloria al final".
Por supuesto que hay muchos otros recuerdos. Hoy desde mi residencia actual en Milán, Italia, el pasado se regenera y me restituye, mi primera imagen del Razuri, imagen mental no fotográfica, ese colegio de techos marrones, de madera, a dos aguas, el viejo local de la Plaza Butters, que ya no existe, donde empecé a ser escolar.
Ahora que soy doctor en ciencias sociales y docente universitario en Italia, pienso en lo bueno que fue ser razurino y en los profesores que siguieron mi proceso de aprendizaje, en ese Perú que por años fue para mí el Razuri.
Saludos razurinos.
Franklin Cornejo Urbina
Milan, 26 de agosto de 2008